La semana pasada pude ver a cientos de jóvenes todos con camiseta de color rojo inundar al país con grandes sonrisas llenas de entusiasmo. En medio de los aguaceros tan terribles que se dieron, de esos que no hay sombrilla que funcione, estos jóvenes, no importándole empaparse, pedían una colaboración para construir viviendas dignas para los menos afortunados.
Cómo negarse ante un panorama tan maravilloso? Doscientos mil jóvenes en 15 países de latinoamérica han salido a la calle, han salido de su comodidad, a compadecerse y hacer algo por miles de personas que no son tan bendecidas como aquellas que nacimos disponiendo de un techo. Un techo para mi país es un motor que está transformando nuestras sociedades.
No solamente por el hecho que han construído 42.000 viviendas, sino por la sencilla razón que esos jóvenes entre edades de 18 a 29 años, serán los futuros gobernantes, empresarios, padres de familia, forjadores de nuestra sociedad. Esos jóvenes nunca serán igual que antes de su primer contacto cara a cara con la pobreza. Tendrán su corazón tatuado de misericordia y compasión: valores que hacen tantísima falta en esta época. Serán personas que difícilmente caerán en las garras del materialismo... Acordémonos de lo que dice 1 Timoteo 6:10 "la raíz de todos los males es el amor al dinero".
Muchas veces tendemos a recaer en un pesimismo general de "Como está el mundo..." pero al ver a esos cientos jóvenes como hormiguitas (de aquellas pequeñitas que son muy insistentes) que se tiran a la calle a trabajar por aquellos que no tienen las mismas oportunidades, ese pesimismo se empieza a ir y una esperanza poco a poco lo va reemplazando. Estos jóvenes nos dan esa ilusión y a la vez esa certeza que todo puede llegar a ser mejor para nuestras futuras generaciones.
Con que emoción y confianza pude participar en esta maratónica. Dios quiera que salgan muchos grupos como éste y que todos podamos ser parte de ello.
De todas formas el mundo es de todos nosotros. A veces se nos olvida como dice San Juan que " A los pobres siempre los tendréis entre vosotros". Es nuestro deber de cuidarlos y de luchar por ellos... A muchos de ellos ya se les acabaron las fuerzas para hacerlo.
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