Empezó mi día muy temprano después de una noche de mucho pensar y pedirle a Dios que me diera la capacidad de entender y de seguir adelante... Correr a la casa de mi mamá a cubrir el turno de ayuda de ese día. Estar de pie, con el rostro claro y feliz y nuevamente ser la mamá de mi mamá. Es un privilegio pero realmente se tiene que ser fuerte. Estoy segura que muchos piensan lo mismo aunque lo vivamos con agradecimiento a Dios. No hay oportunidad de queja, solo de servicio . Y cómo quejarse con alguien tan lleno de amor y de bondad?
Luego, mi trabajo de siempre, miles de llamadas, e-mails, preparar documentos, estudiar, y escuchar. Si mi vida fuera una parte del cuerpo, les aseguro que sería una oreja,no un apéndice como lo he mencionado tantas veces. Escuchar todo lo que ustedes se imaginan y aún mas. Pero también me doy cuenta de este privilegio pero también les digo que hay que ser fuerte...
Y me dí cuenta que desde que tengo uso de razón (aunque muchísima gente afirme lo contrario con pruebas increíbles de sus veredictos religiosos y fariseos) que esa ha sido mi vida y la he disfrutado y aún mas raro: la disfruto.
Al ir terminando la tarde, en medio de llamadas, mensajes y miles de cosas sin hacer, fui a visitar a la amiga mas vieja que tengo. No por edad, porque me estaría diciendo vieja yo también, sino por conocerla desde edad escolar. (Bueno, la verdad es que si somos viejas). Y nos pusimos a ver fotos de un viaje que ella había realizado recientemente. En medio de quitarnos de encima una perrita pequeña que se dedicó a mordernos y a destruirnos la ropa (mi pantalón casi nuevo) , me sentí feliz. Feliz que Dios nos daba la capacidad de descubrir los selah de nuestras vidas. Selah es aquella palabra que a veces sale en el margen derecho del libro de los Salmos, que nos indica a hacer una pausa y a meditar en lo que estamos leyendo.
Muchas veces en medio de tanta presión de trabajo no escuchamos la orden de parar ante el selah. Puede ser de muchas formas: ir a visitar a tu amiga de siempre y reírse de lo mismo desde hace 33 años, salir a caminar temprano con aquella persona que ni siquiera tiene uno que hablar y saber lo que piensa, leer el mejor libro de ese momento, hablar con uno mismo y saber que uno es valioso para Dios, o simplemente cerrar los ojos y oír la lluvia un miércoles en la noche.
Y por mas fuertes que nos consideremos, sin esos selah, no lo lograremos. Dios tuvo su selah al séptimo día... porqué nosotros no lo podemos hacer?
Y pensé en el día de mañana, probablemente con más trabajo. Pero emocionada de ver lo que viene, de saber que en medio de todo lo que hacemos, tenemos la capacidad de detenernos y disfrutar de tantísimas cosas que Dios nos da para vivir el día a día con fuerza y descanso a la vez.
Es miércoles, está lloviendo, es la noche, creo que es tiempo de mi selah.
Buenas noches!
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