En deuteronomio 6:4-5 dice lo siguiente:
"Oye Israel, Jehová uno es. Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas"
En el evangelio de Marcos, un escriba le pregunta a Jesús que cuál era el primer mandamiento de todos y Jesús le repite las mismas palabras de deuteronomio ... Que importante debe ser esto que se repite exactamente lo mismo en el Antiguo y luego en el Nuevo Testamento. Y realmente eso me deja con una sensación de gran impotencia y tristeza.
Es increíble como nosotros los llamados cristianos no podamos entender ni menos vivir el concepto de que nuestro Dios uno es. He podido experimentar en carne propia (no hay otra forma de hacerlo, de todos modos,) el juicio; cómo al profesar mi fe QUE SIGUE SIENDO CRISTIANA Y TODAVÍA ARDE MI CORAZÓN, de una manera diferente (en la calle, sirviendo a los indigentes) y que tengo la libertad de recibir la palabra de Dios donde considere que hay una pureza de doctrina, ya sea en cualquier denominación evangélica o en la iglesia católica Me han condenado porque no pertenezco a un grupo específico. En base a este juicio han desmeritado grupos de los cuales estoy segura que también son guiados por el Espíritu Santo.
Qué pasa? Se nos ha olvidado que situaciones de igual manera se daban en la época de Jesús, claramente relatado en I Corintios 3 donde hay discusión sobre de quién era quién, si de Pablo o de Apolos. El texto nos advierte sobre una madurez espiritual no alcanzada. De una conversación a niños y a carnales y no a hombres espirituales. Si este es el mismo pleito entre hermanos cristianos, de qué manera nos ve el mundo no creyente?
Será que existe el rechazo porque no engroso las filas ni las arcas de un grupo determinado? O porqué simplemente no pueden entender que el Espíritu Santo no es exclusividad de nadie? No podemos seguir así. No hemos entendido que el Cuerpo de Cristo tiene partes diferentes? Qué es el miedo de reconocer que el dedo meñique también tiene su valor y su función?
Jesucristo viene por una sola iglesia, unida. Igual que El es el único Dios. Les aseguro que habrá sorpresas ese día de quién es la iglesia realmente.
Aún así en medio de esta situación tan triste tengo una esperanza por la cuál lucho diariamente: de llegar a ver algún día esa iglesia: unida, respetuosa, que podamos aprender y apoyar unos a otros, no importa el llamado que tengamos. De que el mundo no creyente quiera conocer a nuestro único Dios, y que ese Dios vaya a ser parte de sus vidas también.
Cómo vamos a practicar el mandamiento mas importante si ni siquiera entendemos ni respetamos que Dios es uno. Aún menos vivir la parte de amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas.
No sigamos perdiendo el tiempo en estupideces como éstas , amemos de verdad y no de conveniencia.
La libertad de poder decir lo que uno cree en el campo religioso ha sido muy censurado... hasta con pena de muerte. Vivo en un país con esa libertad aparente. Pero si las situaciones o la crítica hubieran sido armas ya no estaría contando mi historia. No podemos ser solamente espectadores de atrocidades debemos denunciarlas aunque nos cueste la cabeza...
domingo, 21 de noviembre de 2010
miércoles, 10 de noviembre de 2010
Ojalá nos quememos
No me estoy refiriendo específicamente al fuego del infierno... Eso se llevaría varias entradas para comentar sobre este tema. y la verdad es que tampoco me interesa mucho un tema tan escatológicamente abusado por distintas posiciones que furiosamente se dicen ser los dueños de la verdad absoluta.
Pero si les quiero comentar algo maravilloso que observé en el fuego. Hoy iba manejando por la Avenida 10 a las 5 y 30 de la tarde. No habían muchas presas pero si tuve la oportunidad de detenerme un ratito a observar a un hombre soldando las rejas de un edificio. Estaba medio oscureciendo y se podía observar un chispero impresionante. Tan grande era ese chispero, que la gente cruzaba la calle para no quemarse.
Se sabe que ante el contacto con fuego, hay elementos transformados. Nada permanece igual después de estar expuesto al fuego. Intente pasar el dedo por un fuego de la cocina... sacar un pyrex del horno sin protección, derretir cera, hasta fundir oro. El fuego es poderoso y mal usado hasta llega a ser mortal y produce mucho dolor.
Así es cuando alguien tiene un contacto con el amor de Dios: transformado. Nadie debería permanecer de la misma manera. Después que Moisés tuvo ese encuentro con la zarza que nunca dejó de arder, no fue el mismo...Pero no se guardó la experiencia para él solito: sacó a su pueblo de la esclavitud y lo guió hasta la tierra prometida. Una aventura que Hollywood la ha interpretado una y otra vez. Una aventura que ocupaba un hombre impactado por la presencia de Dios que aunque no fue fácil, se arriesgo y la experiencia se hizo una realidad, una acción.
El amor de Dios como fuego cuando a través de Jesús se les presenta a los caminantes de Emaús. Al principio no le reconocieron pero al hacerlo mas tarde se dijeron: Con razón ardía nuestro corazón.
El día de Pentecostés, cayeron lenguas de fuego y recibieron al Espíritu Santo. La promesa del Padre, el regalo prometido: el que puede consolarnos y recordarnos de quienes somos hijos verdaderamente. Luego de este evento de fuego, los discípulos salieron al mundo con gran poder. Por este evento, nosotros tenemos el privilegio de tener un guía de ese nivel.
Muchas personas impactadas por el fuego, transformadas para seguir cambiando vidas a nuestro alrededor. Solo el amor de Dios produce estos cambios. De fijo, si alguien conoce el amor de Dios no solo es transformado, transforma a los demás.
Qué responsabilidad tenemos cuando hemos sido contactado por ese "fuego"? guardárnoslo calladitos, seguir recibiéndolo y buscando mas solo para nosotros mismos, o ir a transformar al mundo que no lo conoce? Al salir a ese mundo vamos a arriesgarnos, hay que sufrir, hay que morir cada día, como dice Pablo...
Qué pasa con las iglesias? están dormidas? Tendrá que venir Jesús y decirles: "Talita Cumi" levántate no estás muerta, sólo duermes?
El mundo llora por esta transformación y nos quedamos seguros y cómodos dentro de nuestra burbuja.
Es nuestra misión, no la de solo un grupo específico, de ir a amar a lo perdido, y lo perdido no está visiblemente cerca, ni como dice su propia palabra "perdido" está perdido.
Si decimos conocer a Dios y a amarlo, el riesgo de salir viene en el paquete. Esto no es negociable. Así que mis buenos deseos es que todos nos quememos con este amor transformador para ir a cumplir con lo que Jesús nos dejó por hacer.
Pero si les quiero comentar algo maravilloso que observé en el fuego. Hoy iba manejando por la Avenida 10 a las 5 y 30 de la tarde. No habían muchas presas pero si tuve la oportunidad de detenerme un ratito a observar a un hombre soldando las rejas de un edificio. Estaba medio oscureciendo y se podía observar un chispero impresionante. Tan grande era ese chispero, que la gente cruzaba la calle para no quemarse.
Se sabe que ante el contacto con fuego, hay elementos transformados. Nada permanece igual después de estar expuesto al fuego. Intente pasar el dedo por un fuego de la cocina... sacar un pyrex del horno sin protección, derretir cera, hasta fundir oro. El fuego es poderoso y mal usado hasta llega a ser mortal y produce mucho dolor.
Así es cuando alguien tiene un contacto con el amor de Dios: transformado. Nadie debería permanecer de la misma manera. Después que Moisés tuvo ese encuentro con la zarza que nunca dejó de arder, no fue el mismo...Pero no se guardó la experiencia para él solito: sacó a su pueblo de la esclavitud y lo guió hasta la tierra prometida. Una aventura que Hollywood la ha interpretado una y otra vez. Una aventura que ocupaba un hombre impactado por la presencia de Dios que aunque no fue fácil, se arriesgo y la experiencia se hizo una realidad, una acción.
El amor de Dios como fuego cuando a través de Jesús se les presenta a los caminantes de Emaús. Al principio no le reconocieron pero al hacerlo mas tarde se dijeron: Con razón ardía nuestro corazón.
El día de Pentecostés, cayeron lenguas de fuego y recibieron al Espíritu Santo. La promesa del Padre, el regalo prometido: el que puede consolarnos y recordarnos de quienes somos hijos verdaderamente. Luego de este evento de fuego, los discípulos salieron al mundo con gran poder. Por este evento, nosotros tenemos el privilegio de tener un guía de ese nivel.
Muchas personas impactadas por el fuego, transformadas para seguir cambiando vidas a nuestro alrededor. Solo el amor de Dios produce estos cambios. De fijo, si alguien conoce el amor de Dios no solo es transformado, transforma a los demás.
Qué responsabilidad tenemos cuando hemos sido contactado por ese "fuego"? guardárnoslo calladitos, seguir recibiéndolo y buscando mas solo para nosotros mismos, o ir a transformar al mundo que no lo conoce? Al salir a ese mundo vamos a arriesgarnos, hay que sufrir, hay que morir cada día, como dice Pablo...
Qué pasa con las iglesias? están dormidas? Tendrá que venir Jesús y decirles: "Talita Cumi" levántate no estás muerta, sólo duermes?
El mundo llora por esta transformación y nos quedamos seguros y cómodos dentro de nuestra burbuja.
Es nuestra misión, no la de solo un grupo específico, de ir a amar a lo perdido, y lo perdido no está visiblemente cerca, ni como dice su propia palabra "perdido" está perdido.
Si decimos conocer a Dios y a amarlo, el riesgo de salir viene en el paquete. Esto no es negociable. Así que mis buenos deseos es que todos nos quememos con este amor transformador para ir a cumplir con lo que Jesús nos dejó por hacer.
domingo, 7 de noviembre de 2010
El fajo de billetes y el Cantar de los Cantares
Ayer casi nos volvemos locos (mucho mas locos para casi todo el mundo eclesial) buscando un fajo de billetes que ocupabamos para pagar unos recibos . Es increíble como de un momento a otro casi frente a nuestros ojos de un momento a otro desapareció... Y por supuesto los reclamos de rigor: vos lo agarraste!, no fuiste vos, no yo me levanté y seguro lo ordenaste, no que no fui yo... Y empezó la búsqueda: debajo de la mesa, entre los libros, gavetas, ropa, carteras, y hasta la basura. Todo muy bien revisado sin ningún fruto aparente. Al rato, de nuevo la búsqueda: en los mismos lugares con otros ojos y los mismos reclamos. Una búsqueda un poco desesperada y sin querer resignarse.
Qué similitud tan grande con la parábola de la perla preciosa o la de la moneda perdida o de la oveja perdida. Una búsqueda sin resignación, casi obsesiva motivada por un amor que no se da por vencido nunca. Así es el amor de nuestro Dios.
Muchas veces hemos entendido que ese amor es un poco caprichoso y que si lo rechazamos ya perdimos "la oportunidad de oro" Y gracias a Dios que El es Dios y no nosotros. En el corazón de Dios está salvarnos y buscarnos aunque no lo busquemos. Aunque no los vea cara a cara en este momento, me imagino las cejas levantadas y un poco horrorizados ante este comentario pero quiero compartir con ustedes el texto de Isaías 65:1 que dice lo siguiente:
"Yo me dejé buscar por los que no preguntaban por mi y fui hallado por los que no me buscaban. Dije a gente que no invocaba mi nombre: !Aquí estoy, aquí estoy!
Y me sentí tranquila que hay alguien mas poderoso que mi preocupación en cuanto al tema de la salvación.
Tuve la oportunidad la semana pasada de asistir a unas conferencias de el Cantar de los Cantares, impartida por un doctor en Teología. Jamás me imaginaba de lo que se trataría realmente, que algún día con mas tiempo si están interesados les cuento al respecto. Pero en resumen lo que mas me impresionó era el análisis de una pareja de enamorados que se buscan incesantemente, y en esa búsqueda, durante trayectos oscuros y triste, aprenden a encontrarse y a amarse. La pareja se separa una y otra vez en el texto y la nostalgia de un nuevo encuentro predomina durante toda la narración.
Y de esa forma es nuestra historia con Dios. Lo buscamos siempre y a veces sentimos que no lo hallamos. Pero durante ese tiempo, aprendemos a que existe el amor aunque no lo sintamos tan cerca. Eso nos da crecimiento y madurez espiritual. Ya que el hecho de esperar, nos hace crecer en nuestra fe y madurar. Esa búsqueda como la de los novios en el Cantar de los los Cantares nos hace apreciar mas el encuentro. Durante el tiempo que seguimos buscando, aunque no lo percibamos como en otras épocas, nuestro amor hacia El se hace mas sólido y firme, sin impactos emocionales que se esfuman como el humo.
Definitivamente es realmente bueno buscar a Dios, y lo increíble es que tenemos su misma naturaleza ya que El nos busca sin cesar. Muy similar a la narrativa de El Cantar de los Cantares: un amor que nunca se detiene aunque a veces no se daban los encuentros al gusto de los protagonistas.. Pero la búsqueda de Dios tiene una garantía al 100%: siempre encontramos.
Después de buscar hasta las dos de la mañana, nos resignamos a no encontrar el fajo de billetes esa madrugada. Al día siguiente, al levantar el mantel en la mesa de la cocina: estaba ahí la inspiración de esta entrada: los billetes desaparecidos. Tan fácil y cómo si nunca hubieran sido motivo de tanta discusión. Muchas veces encontramos a Dios de esa manera: suavemente y sin tanto espaviento. Igual que Elías en la cueva con el silbo apacible...
Sigamos buscando y encontraremos. Dios sigue buscándonos y nos encontrará.
Qué similitud tan grande con la parábola de la perla preciosa o la de la moneda perdida o de la oveja perdida. Una búsqueda sin resignación, casi obsesiva motivada por un amor que no se da por vencido nunca. Así es el amor de nuestro Dios.
Muchas veces hemos entendido que ese amor es un poco caprichoso y que si lo rechazamos ya perdimos "la oportunidad de oro" Y gracias a Dios que El es Dios y no nosotros. En el corazón de Dios está salvarnos y buscarnos aunque no lo busquemos. Aunque no los vea cara a cara en este momento, me imagino las cejas levantadas y un poco horrorizados ante este comentario pero quiero compartir con ustedes el texto de Isaías 65:1 que dice lo siguiente:
"Yo me dejé buscar por los que no preguntaban por mi y fui hallado por los que no me buscaban. Dije a gente que no invocaba mi nombre: !Aquí estoy, aquí estoy!
Y me sentí tranquila que hay alguien mas poderoso que mi preocupación en cuanto al tema de la salvación.
Tuve la oportunidad la semana pasada de asistir a unas conferencias de el Cantar de los Cantares, impartida por un doctor en Teología. Jamás me imaginaba de lo que se trataría realmente, que algún día con mas tiempo si están interesados les cuento al respecto. Pero en resumen lo que mas me impresionó era el análisis de una pareja de enamorados que se buscan incesantemente, y en esa búsqueda, durante trayectos oscuros y triste, aprenden a encontrarse y a amarse. La pareja se separa una y otra vez en el texto y la nostalgia de un nuevo encuentro predomina durante toda la narración.
Y de esa forma es nuestra historia con Dios. Lo buscamos siempre y a veces sentimos que no lo hallamos. Pero durante ese tiempo, aprendemos a que existe el amor aunque no lo sintamos tan cerca. Eso nos da crecimiento y madurez espiritual. Ya que el hecho de esperar, nos hace crecer en nuestra fe y madurar. Esa búsqueda como la de los novios en el Cantar de los los Cantares nos hace apreciar mas el encuentro. Durante el tiempo que seguimos buscando, aunque no lo percibamos como en otras épocas, nuestro amor hacia El se hace mas sólido y firme, sin impactos emocionales que se esfuman como el humo.
Definitivamente es realmente bueno buscar a Dios, y lo increíble es que tenemos su misma naturaleza ya que El nos busca sin cesar. Muy similar a la narrativa de El Cantar de los Cantares: un amor que nunca se detiene aunque a veces no se daban los encuentros al gusto de los protagonistas.. Pero la búsqueda de Dios tiene una garantía al 100%: siempre encontramos.
Después de buscar hasta las dos de la mañana, nos resignamos a no encontrar el fajo de billetes esa madrugada. Al día siguiente, al levantar el mantel en la mesa de la cocina: estaba ahí la inspiración de esta entrada: los billetes desaparecidos. Tan fácil y cómo si nunca hubieran sido motivo de tanta discusión. Muchas veces encontramos a Dios de esa manera: suavemente y sin tanto espaviento. Igual que Elías en la cueva con el silbo apacible...
Sigamos buscando y encontraremos. Dios sigue buscándonos y nos encontrará.
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